Frantz – Francois Ozon.
- Camila
- 9 jul 2017
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 7 oct 2020
9 de julio de 2017. Tarde, sol.
¿Cómo puede un muerto dar tanta vida?
Aspecto que resalto de la película: contiene belleza.
Me habitaron muchas preguntas después de mirar Frantz. ¿El motivo? Quizás por la distancia que ya cargaba respecto a la vivencia de sentimientos desde el cine, ¡tan necesarios!, por cierto... En otras palabras, es como si hubiera degustando un alimento que solo cuando se vuelve a guardar en nuestra boca recordamos la falta que nos hacía.
Estamos ante una historia de amor y de guerra (Primera Guerra Mundial), partícipes en la danza de la vida y la muerte, como en la escena de Narciso y Goldmundo de Hermann Hesse, en la que caminamos entre el desfile ineludible del carnaval, con la música en el fondo que entre viscosa y áspera atraviesan las gargantas de los instrumentos (con esto quiero decir que la banda sonora también narra).
Hay más: juegos con el color, —con especial intermitencia el negro y blanco—, el congelamiento de escenas (con gran acierto), paisajes, pintura (El suicida, de Manet) y un hilo entre los mismos personajes a través de un sentimiento en común que los lleva al tejido de un mismo nombre: Frantz.
Sugerencia: mirar la obra Remordimiento de Maurice Rostand y la película (1932) titulada de igual manera, del director Ernst Lubitsch.
Así mismo, leer otra mirada: https://cinedivergente.com/frantz/

Camiposa
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